miércoles, 24 de mayo de 2017

¿Nos ciega la tradición?

Vivimos en una sociedad donde afortunadamente se está empezando a luchar por la igualdad entre el hombre y la mujer. Es cierto que la mujer alcanzó legalmente sus derechos hace ya un tiempo, pero durante este período se ha seguido en una mentalidad bastante cerrada dentro de lo que se puede y debe llegar a conseguir. Por ello, el verbo “empezando”, ya que no ha sido hasta hace poco que las mentalidades de la gente se han ido abriendo a un nuevo mundo, sí, un mundo donde la mujer se hace un lugar. Por desgracia, no todos han visto está salida y se han quedado estancados como agua en charcas. Ahora se intenta hacer que esta agua cobre movimiento y que todas las personas estén dispuestas a aceptar un lugar donde el papel de la mujer equivalga al del hombre en todos sus aspectos.


Actualmente parece que se esté llegando a concienciar de ello, de una equidad de sexos.  Pero ¿por qué “parece” y no afirmarlo con rotundidad? Queramos o no, inevitablemente,  tenemos una barrera más fuerte que eliminar: la costumbre y la tradición.

Existen muchas muestras de discriminación a la mujer que muchas veces no se producen intencionadamente si no porque siempre ha sido así y no se etiqueta como algo extraño o inmoral. El problema es que siempre la mujer ha estado subordinada al hombre siendo el sexo débil y aún, a días de hoy, nos quedan rastros (en algunos casos grandes huellas) de la situación sufrida por la mujer en su pasado.
Estas pequeñas muestras, que normalmente no detectamos, se denominan micromachismos. Aunque todos los días estemos presentes en varios de ellos no somos conscientes, y no porqué estemos en contra de una igualdad, si no porqué pasan desapercibidas debido a que tú no las consideras como tal. Nunca te has parado a pensarlo.





¿Quién le pide matrimonio a su pareja? ¿El hombre o la mujer? Normalmente en películas, donde se presentan las realidades como perfectas e ideales, es en un máximo de casos (por no decir siempre) el hombre quien pide la mano de la mujer. Siempre ha sido así y muchas veces la mujer es quien espera que ese paso lo de él. O simplemente al quedar con tu pareja para tomar unas tapas si uno pide cerveza y otro fanta siempre le servirán la cerveza al hombre aunque sea la mujer quien la pidió en realidad. O al acudir a una fiesta, ¿quién suele conducir?,  claramente el hombre porque según los típicos comentarios las mujeres son muchos más “nulas” para conducir y aparcar o para arreglar algo de la casa “Deja que ya  lo hago yo” es una de las típicas frases que pueden contener este trasfondo. Hechos que no son para nada ciertos ya que no depende del sexo el tener más o menos habilidad si no de la propia persona.

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Otro típico micromachismo es considerar a la mujer como principal encargada de las tareas del hogar. Las palabras limpiar y mujer desgraciadamente están automáticamente relacionadas. Llegamos incluso a encontrar publicidad de electrodomésticos con mensajes hacia las mujer, como si fueran ellas exclusivamente las encargadas de esta tarea, los tiempos cambian y ahora los hombres también limpian.


Como se puede ver encontramos miles de comentarios que incluyen micromachismos en nuestro día a día, y es en este punto después de haber analizado algunos de ellos cuando se puede plantear el dilema: ¿Ser el típico caballero implica estar usando micromachismos?

“Yo te agarro las bolsas que pesan mucho.” ,“Las damas primero.”, “No te preocupes, pago yo.” , “Siéntese usted señorita” . Esto puede ser en algunos casos considerado como necesidad del hombre, superior ante la mujer, de protegerla por ser débil y puede suponer un mensaje por parte del hombre "Yo soy fuerte, tú no", pero por otra parte puede considerarse tan solo como un simple gesto de cortesía. Si nunca lo habías visto así no te preocupes, es normal, es la costumbre.

Al cambiar de “mundo” también cambian conceptos, bueno más bien evolucionan. Pero pueden evolucionar para unos, mantenerse para otros o encontrarse en "limbo", es decir, no saber realmente que es moralmente correcto. No os inquietéis, reflexionar, pero ante todo partir de unos ideales donde todo el mundo sea respetado por ser persona y no por ser hombre o mujer.

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